Seguramente nos habrás leído tratar los beneficios de la conducción eficiente tanto para el ahorro de combustible como para minimizar el daño al medio ambiente. Pero también es importante cuidar la salud de tu vehículo para mantenerlo en condiciones mecánicas óptimas, evitando así visitas de más al taller y alargando su vida útil. ¿Cómo? Siguiendo los hábitos de conducción saludable que te proponemos a continuación.
Es una acción muy sencilla con la que ayudarás a proteger la batería de tu coche, ya que, de este modo, se mueven menos piezas de la transmisión. Es decir, pisando el embrague a fondo al arrancar el coche, se corta la transmisión y solo giran el motor y el volante de inercia. De lo contario, también se mueven los engranajes de la caja de cambios el disco de embrague. De hecho, algunos de los vehículos más nuevos, ya no permiten arrancar el motor sin tener el embrague pisado.
Cuando el coche arranque, no pises el acelerador, ya que el sistema electrónico de inyección, facilita la cantidad de carburante adecuada sin acelerar. Si aceleras, estás enviando un exceso de carburante que no se quema pero que se diluye en aceite, restándole propiedades y, además, multiplica el desgaste de las piezas del motor que aún están sin lubricar.
Hay conductores que tienen la costumbre de dejar el pie apoyado en el embrague, pero nuestra recomendación es que no lo hagas porque te puede salir muy caro. La presión sobre el pedal, aunque sea leve, provoca el desgaste prematuro del collarín del embrague por rozamiento, lo que obliga a cambiar el kit de embrague completo. Así que, a menos que cambies de marcha, es mejor que dejes el pie reposando en el apoyo de la izquierda.
Este, como el anterior, es uno de los vicios más extendidos pero que puede provocar serias averías, ya que la palanca de cambio es el final de múltiples engranajes y, cualquier presión sobre ella, puede desgastarlos. Así que, te recomendamos que mantengas siempre las manos en el volante y solo en la palanca cuando vayas a cambiar de marcha.
Apurar el depósito de carburante puede causar que las impurezas en la parte baja del depósito lleguen al motor, provocando daños en piezas caras de sustituir, como la bomba o los inyectores. Por tanto, en la medida de lo posible, reposta antes de llegar a la reserva.
Procura no golpear los neumáticos del coche contra bordillos, saliente o baches, ya que, entre otros daños, un golpe fuerte puede modificar los reglajes de la suspensión, desequilibrar las ruedas, variar las cotas de dirección y provocar vibraciones en el volante. Si tienes que subir un desnivel, hazlo siempre lo más despacio posible.
Siempre que sea posible, reduce a marchas cortas y deja que frene el motor. Acostúmbrate a pisar el pedal de freno de manera progresiva, puesto que, de lo contrario, potenciarás su desgaste, sobre todo de pastillas y discos. Una conducción tranquila y equilibrada, sin frenazos, evita la sobrecarga del sistema.
Girar el volante hasta el tope afecta al estado de la dirección y de la suspensión. Como sabrás, cada volante puede girar unas 2,5 vueltas a cada lado, así que, cuando se acerque al tope final, deja un pequeño margen para no forzar más de la cuenta la dirección.
El estilo de conducción también es un factor determinante en el desgaste de tu vehículo. Una conducción con aceleraciones, frenadas y giros bruscos castiga prácticamente todos los sistemas: frenos, caja de cambios, embrague, neumáticos y motor. Además de que una conducción brusca aumentará el consumo de combustible, entre 2 y 4 litros por cada 100 kilómetros.
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